Liga Nacional

'Hasta que salí de mi casa dormí en cama'

El DT del Savio nos cuenta el momento espléndido que vive en su carrera.

2011-10-26

El profesor Hernán García nos recibió con una gran sonrisa. Un hombre al que lo vivido lo ha definido, pero no marcado. Vive con alegría y sin rencores. Soñador y transparente.

¿Cómo nace su amor por el fútbol?
Desde mi niñez. Recuerdo desde la escuela que el recreo lo usaba sólo para jugar.

¿Comenzó de muy pequeño?
Fíjese que ni a mi graduación fui porque me invitaron a ver un partido del equipo.

¿Pero era lo que quería?
Sí, mi equipo de inicio, un año con ellos y luego a Tegucigalpa. Estuve entrenando en varios equipos, pero era muy flaquito y jovencito, apenas 13 o 14 años. Luego de probar, un amigo, Ronald, me llevó al Verdum, que le cedió la categoría al Broncos y me fui en ese grupo.

¿Así inicia?
Sí, antes de cumplir 15 años, era el más joven del equipo. ¿Te cuento una anécdota?

Pero, claro…
A veces no había cena en la sede donde todos vivíamos. Entonces recuerdo que en una oportunidad la esposa del ingeniero Williams, que en paz descanse, nos dio 50 lempiras para que fuéramos a cenar, ajustaba y sobraba. Pero se fueron todos a beber, yo tuve que ir porque no me podía quedar solo, la sede me daba miedo. Era una casona de madera de dos plantas. Me dieron dos tamales y una pepsi, eso cené. Me tuvieron ahí hasta como a la 1:00 de la mañana con ellos.

¿Pero lo cuidaban al menos por pequeño?
Claro. Fue una etapa muy preciosa. Yo decía que era el ‘Astro Sureño’ y apenas empezaba a jugar. Me creía Elías Figueroa o Franz Beckenbauer… era todo un soñador.

¿Cuánto tiempo en el Broncos?
Fueron 5 años, joven y separado de mi familia. Fue bien difícil a veces y triste muchas, cuando me venía de Puerto Cortés siempre era llorando porque dejaba a mi gente. Pero ya puesto allá, jugando y con el fútbol se me olvidaba todo. Me dedicaba a entrenar, nada más.

¿Era defensa?
Sí, jugaba en todos los puestos de la defensa de Broncos. Todos los técnicos tenían fe en mí. Empezaron los equipos grandes a llevarme de refuerzo. Es que antes se acostumbraba que si era un partido internacional podían llevar jugadores de cualquier equipo.

¿A qué equipo fue después?
Me compró Marathón, donde estuve por siete años y fue por primera vez campeón el club, estando yo en el equipo. Luego cuatro años con el Real España, no levantamos copa, pero fuimos subcampeones y también peleamos descenso en un ocasión hasta el último partido.

Jugó bastante, profe, unos 18 años... ¿Cómo llegó el retiro?
Fue fácil, de pronto me cansé de concentraciones, entrenamientos. Jugar sí quería todos los domingos. Sigo jugando con veteranos y disfruto dirigir ahora.

¿A los cuántos años se retiró?
Fíjese que antes no presionaban tanto, ahora acá no tienen ni 30 años y ya quieren que dejen de jugar. Yo lo hice a los 33 o 34 años, creo.

¿Y entonces?
Regresé de Guatemala. Yo había sacado un curso preparándome para dirigir con un español estando en el Real España, saqué la mejor nota de la zona norte. Y quien sacó la mejor era el asistente de una Selección juvenil, así comencé.

Inició bien...
Luego fui de asistente al Real España y entrenador de Segunda División, con el finado Flavio Ortega, que en paz descanse, quien más que pegarme un empujón me tiró una gran patada para que fuera técnico. él poco a poco me fue corrigiendo, ya después me dejaba solo con el grupo de jugadores, esto a inicios de los noventa.

¿Qué es lo mejor que le ha dejado el fútbol?
Como jugador ser campeón con Marathón, siendo de los grandes y no lo habían logrado antes. No olvido nunca. Ese día dormimos en Tegucigalpa, salimos a las 7:00 de la mañana del siguiente día, pero llegamos hasta las 7:00 de la noche a San Pedro Sula, porque desde Potrerillos la gente nos saludaba por la calle y nos íbamos bajando por todos los pueblos en el camino.

¡Qué bonito…!
Llegando allá era un mar de gente, jamás lo he vuelto a ver así. Después pasamos por la catedral y repicaron las campanas, eso fue tremendamente emocionante. Fuimos a una concha acústica, pero estábamos cansados, entonces salimos huyendo para la sede y después a una cena donde un directivo. Allí por primera vez, como anécdota, probé la cerveza en lata, ja, ja, ja.

Pero ya estaba grande y la podía tomar, ja, ja, ja.
Ni tanto, como unos 23 o 24 años. Gran recuerdo como jugador. Pero además de eso me dio la oportunidad de poder comprar casa para mi mamá, para mi esposa e hijos, saqué mi profesión de Comercio, la profesión de mi hermana.

¿Cómo así?
Me la llevé siempre para donde yo estaba. Mire, aunque era joven yo tenía responsabilidades con mi familia. Aún estando mis padres trabajando, pero yo ayudé siempre, me agarré esa carga extra de ayudar. Así que mi hermana siempre andaba internada en colegios privados conmigo.

Qué buen hermano...
Yo inicié el proceso que mis hermanos mayores estudiaran y se graduaran, fui el primero de la familia que me gradué. Por diversas situaciones se matriculaban, pero no culminaban los estudios. Hoy tenemos en la familia profesionales universitarios.

¿Son bien unidos? ¿Cuántos hermanos son?
éramos 9 hermanos, pero ya han muerto 3, quedamos 6. Mi madre está en Estados Unidos y mi padre ya falleció. Yo soy el corazón de la familia, hay cuatro mayores y cuatro menores, soy el quinto.

¿Qué tal crecer en Puerto Cortés?
Fue difícil, éramos 9 hermanos y mi papá en esos días bebía mucho. Tenía un buen oficio, era mecánico tornero, trabajaba en el ferrocarril y hacía piezas para los trenes muy importantes. Yo recuerdo que por las mañanas iba a dejarle comida de un barrio a otro, eran como dos kilómetros, muy temprano se la llevaba. Mi recompensa era un pedacito de lo que mandaba mi mamá, casi siempre baleadas con chorizo, huevo y frijoles.

¿Luego a la escuela?
No, a comprar para la comida. Después salía corriendo para la escuela. Llegaba tarde a clases, pero tenía maestras dignas, aparte que nos prepararon bien en las clases, nos moldearon como buenas personas.

Al regresar a la casa, ¿qué hacía?
Siempre fútbol, en el solar de la casa que alquilábamos y que con unas varas habíamos hecho dos arcos, incluso había un palo de mangos en medio que había que rodearlo. Además, jugábamos descalzos y con pelotas de plástico, pero para nosotros eran partidos oficiales.

¿Con un árbitro o sólo ustedes?
Ese era el problema, éramos los mismos dos equipos, ellos venían de la calle de enfrente, sólo la cruzábamos y teníamos a los enemigos, Michel los dirigía, aún recuerdo. Si nos iban ganando peleábamos con el equipo para poderles ganar como fuera, mi mamá siempre se metía a defendernos. Y en la noche iba a otro equipo, ese un poco más formalito. ¿Le cuento otra anécdota?

Es suya la entrevista…
En unas vacaciones me pusieron a aprender el oficio de mi papá, pero yo no podía jugar fútbol porque estaba en el taller todo el día. Entonces escondí los zapatos, los subí en un palo, pero una noche me tocaba cuidar la casa, no sé por qué si tenía hermanos mayores, pero por eso mi mamá no pudo ir a unas clases de costura, estaba que me iba a pegar una buena macaneada. Bajé los zapatos, inventé que había descubierto quién me los tenía y que era otro niño que los había escondido. No me hicieron nada, pero al día siguiente me mandaron al taller.

¿Y a trabajar?
Sí, pero ya estando en el taller, en el ferrocarril había un equipo y ahí me fui metiendo, hasta que me inscribieron. En mi debut hice un gol, luego me fui a Tegucigalpa.

Regresamos al inicio de la entrevista. ¿Fue dura su infancia?
Sí, lo fue. Mi papá se levantaba temprano para ir a trabajar, yo aprovechaba y me metía en su cama porque yo dormía en unos cartones y petates. Hasta que salí de mi casa, por el fútbol dormí en cama. Además, teníamos problemas de alimentación por el vicio de mi papá.

¿Murió de eso?
No, de un enfisema pulmonar, porque fumaba bastante. Había dejado de hacerlo, pero ya tenía el daño hecho. éramos tantos y mi mamá hacía lo que podía lavando y planchando ropa ajena, fue muy sufrida, por eso todos estamos ahora encima de ella, tratando que pase sus últimos años, Dios quiera, bien.

¿Pero usted siempre ayudó?
Sí, desde que empecé a ganar mi dinero era para mi familia. Mi primer sueldo era de 100 lempiras, yo mandaba 70. Con lo que me quedaba sobrevivía yo. Nunca en todo lo que he vivido del fútbol me he quedado con mi dinero, siempre lo he compartido.

¿A que edad se casó?
Tenía unos 32 años.

Qué raro, la mayoría de los jugadores que he entrevistado se casan bien jóvenes.
Es que yo tenía la responsabilidad, sin que nadie me obligara de mi familia, pero tenía miedo. Estuve enamorado en Choluteca, pero yo quería quedarme en Puerto Cortés. Entonces yo tenía novia en los dos lados.

Uyyy profe, ja, ja, ja...
Cuando llegaba a Puerto Cortés estaba enamorado ahí y cuando estaba en Choluteca estaba ahí enamorado.

No había tecnología para que se supiera, ahora sería casi imposible…
Sí, rápido lo descubren a uno. Pues yo estando en un descanso de campeonato, mi papá me llevó con el ministro de Obras Públicas donde me dieron un trabajo en Secop. Acababa de terminar con Marathón y ahí me fue a buscar el Real España.

¿Qué hacía?
Manejaba mucho dinero, todo el material que usaban los tractores, volquetas, las llantas; todo el equipo pesado, muchas cosas más. Ahí estuve por diez años, jugando y trabajando. Me daban permiso si era con la Selección. Incluso me separaron una vez porque era de los revoltosos del sindicato.

¿Y eso?
Era seguidor de Luis Aníbal Kelly, una gran persona. Era el pleito entre el sindicato porque quería quitar a los que lo manejaban, pero estaban unidos al patrono, ya estaban acomodados ellos, entonces él luchaba contra eso.

¿Y cuándo renunció?
Cuando ya quería entrenar nada más. ¿Le cuento algo más?

Todo lo que quiera
En esa etapa empecé a orinar sangre, lo cuento sin ninguna vergüenza porque quiero que la gente sepa que es un síntoma muy peligroso y me descubrieron el cáncer.

¿De qué?
De la vejiga, yo lo hice público desde que lo supe, que fue en 2002 cuando dirigía al Victoria. Pero desde el 98 yo ya tenía los síntomas y no sabíamos por qué no podían dar con el diagnóstico.

¿Cómo así?
En 2000, estando en Santa Rosa con Savio, me decían que era una infección nada más. Busqué a un urólogo que me hizo una cistoscopia y ahí me dio la noticia.

¿Qué hizo, profe?
Me dijo que podía aguantar hasta terminar el torneo, pero los directivos del Victoria dijeron que lo hiciera inmediatamente. Eso se los agradezco enormemente.

¿Y luego?
Flavio Ortega, que no me canso de agradecer todo lo que hizo por mí, me insistía para ir a donde un médico. Fuimos y me dijo que probáramos con radioterapia y que confiara en Dios. Y luego me pasó un milagro, porque estoy seguro que así fue.

¡Qué duro, profe!
Pero lo superé. Luego volví al Real España, después pasé a Segunda hasta que regresé al Savio en 2010. Este es el tercer torneo.

¿Cómo conoce a su esposa?
Fue trabajando en Secop que la conocí, buscando y buscando logré que se hiciera mi novia.

¿Le costó?
Claro. Luego vino la familia. Tenemos una casa en La Lima. Tenemos una vida muy agradable con cuatro hijos, una hembra y tres varones.

Cuénteme de ellos...
Uno de ellos está con el Deportes Savio, está luchando fuerte por su espacio, me recuerda a mí. El más pequeño jugaba en las reservas del Marathón, pero estudia odontología y se ha querido dedicar a los estudios. El otro varón está estudiando una licenciatura en computación. La niña, ingeniería en computación, pero recién se me casó y se fueron a Estados Unidos.

¿Es cierto que le afecta mucho al papá cuando la hija se le casa?
Sí, pero pasamos hablando a cada rato. Es bien triste y complicado eso, es verdad todo lo que dicen. Yo me pongo a pensar en su felicidad y no puedo ser egoísta y pensar que si yo me siento bien o no. Yo siempre le digo que se porte bien con su esposo y le pido a Dios que ella sea una buena esposa.

¿Y su esposa?
Una mujer muy trabajadora, ella también está con la misma sintonía mía en cuanto a los hijos. Vivimos para darles una buena educación, criarlos con buenas costumbres y gracias a Dios sentimos que nos están respondiendo.

¿Es feliz?
Claro que sí. No sólo por mi familia, sino por mi profesión también. Vivimos en estos momentos algo fantástico en el Deporte Savio, la gente en ambas etapas, bien y mal, me ha tratado muy bien. Ha sido algo que me ha dejado con la intención de que quizás termine mi carrera como entrenador en el Deportes Savio porque estoy tan satisfecho.

Gran fortaleza crearon en Santa Rosa. Si es partido es triunfo seguro, pero lamentablemente en un momento tendrían una derrota y llegó. ¿Qué se puede sacar de este revés?
Mire, yo siento, y estoy casi seguro, que le afectó más a la afición que a los jugadores. No estábamos presionados, lo hacíamos como un chiste el que no nos podían ganar, no era una obsesión.

El aficionado vive las pasiones a flor de piel…
Sí, es que además jugamos muy mal. Al presidente también le afectó, a pesar que él se hace el duro, porque este equipo es un hijo más de él, quizás hasta lo antepone a ello. Yo sentía que de pronto pasaría.

¿Cuánto fue?
18 partidos, un año y cuatro días. Nosotros ni mencionábamos lo del invicto, nuestra obsesión es alejarnos del último lugar y el sueño es clasificar a la liguilla. Pero el no ganarnos en casa era el caballito de batalla de la afición nuestra, por eso estaban más obsesionados con eso.

Ahora, ¿qué pasó después del partido contra Necaxa?
Cuando terminó el partido después de que atendí a la prensa y regresé al camerino a animar a los muchachos, escuché: “él no tiene la culpa”, por lo que pregunté qué pasaba y me dijeron que el presidente había dicho que estaba fuera del plantel.

¿Qué sintió?
Inmediatamente cambié de actitud y dije: No hay ningún problema, esto siempre sucede, no voy a ser el primero ni el último que van a despedir por resultados. Claro, me incomodé un poco, conversamos y ya me dijo. Me despedí de los jugadores y busqué irme, pero los jugadores no me dejaron, hice fuerza física, pero lograron que entrara al camerino. Ellos iban a protestar y pedir por mí, pero yo no quería estar ahí.

¿Qué dijeron, entonces?
Dispusieron que si yo me iba se retiraban.

Tiene todo el respaldo…
Es agradable, pero no es lo correcto porque los jugadores se deben a una junta directiva y/o presidente. Yo les dije que los esperaría y cuando salieron me rodearon y uno por uno me dijo que se iría. Luego me pidió disculpas, pero yo sentía que no podían jugar conmigo de esa manera, entonces mi decisión era irme.

¿Sólo fue de palabra?
Sí, una señora amiga del equipo me sacó del estadio y fuimos a cenar. Recibí muchas llamadas al siguiente día, todos me decían que estaba haciendo un buen trabajo y que me quedara. Ya había recibido las disculpas, sólo estaba en mi la decisión de irme o quedarme.

¿Y se quedó?
Me llamaron unos amigos para desayunar con ellos y yo fui. Ahí estaba el presidente con unos medios de comunicación y ahí me pidió disculpas. Yo no quería que lo hiciera, sino que platicáramos, él es una gran persona a quien le tengo una gran admiración y un respeto enorme. Inmediatamente le dije que me quedaba, ya no tenía dudas, era lo correcto.

¿Y los jugadores?
Hablé con ellos, les dije que no me defendían a mí, sino que a mi trabajo y que iba a seguir igual con ellos, que eso no cambiaba nada, a seguir luchando fuerte por el equipo. Pero era una experiencia más con el equipo, algo normal, que se da cuando se da al calor de la pérdida de un juego.

¿Dónde ve al Deportes Savio?
Sueño con verlo peleando un partido de final.

Me comentaban que anda peleando con la tecnología... cuénteme eso
Yo me he sentado siempre en el tercer asiento del lado derecho del bus. Me fui atrás en una oportunidad, increíblemente parecía una oficina de gobierno, todos con computadoras y esos BlackBerry, entonces me sorprendió.

Ja, ja, ja...
Además de eso, entré a un cuarto y los tres que estaban ahí estaban en sus computadoras. Entonces íbamos a tener una reunión para informarles que se decidiría si se les decomisarían o apagarlos ellos. Sólo se dieron cuenta y ya han disminuido el uso. Nos comprometimos a luchar por llegar a una final y ellos tienen que colaborar mucho. Más cuando están fuera de nuestro radar tienen que poner mucha voluntad para conseguir lo deseado.

SU PERFIL:

Nombre: Hernán Santiago García Martínez

Edad: 54 años

Nació: 8 de octubre de 1957

Altura: 1.79

Peso: 183

Restaurante: Pollo El Bunny

Destino turístico: Puerto Cortés

Película: Saga de Harry Potter

Libro: El Padrino

Esposa: Jennie
Hijos: Eilin, Eder, Dennis y Hernán