Se formó como la mayoría de los grandes jugadores del mundo, en la calle. Nunca tuvo la posibilidad de entrenar con las mejores comodidades, pero sí de agarrar la mejor escuela: el fútbol de barrio que lo tiene en la cima del equipo merengue.
Chirinos creció en el barrio El Reparto de la capital, donde dio sus primeros pasos en el fútbol. “Empecé a jugar en un equipo de colonia, se llamaba Real San Pablo y recuerdo que cuando estaba pequeño no me daban mucha chamba, pero después fui creciendo y ya no me sacaban”.

Desde muy pequeño, Chirinos siempre tuvo el sueño de ser profesional.
Siguió diciendo que hoy lo tienen tocando la gloria en el Olimpia y lo podrían llevar al extranjero. “Uno como futbolista siempre aspira a salir al extranjero. Yo solamente quiero una oportunidad, pero que sea un club grande para demostrar de lo que son capaces los hondureños”, indicó.
El diminuto jugador de los merengues es de esos talentosos que viven el fútbol con mucho amor e intensidad: “Yo disfruto día a día cada entreno, cada partido y tengo la confianza de los mayores, eso me motiva para dar lo mejor de mí”.
SE CODEA CON LOS GRANDES
A sus 22 años, Michaell Chirinos no es tomado como una alternativa en el equipo, sino que pelea el puesto en el ataque de los merengues con jugadores de mucha experiencia y recorrido como Roger Rojas, Carlo Costly y Javier Estupiñán: “Yo lo asimilo con mucha tranquilidad, sé que al momento que yo voy de titular y ellos en la banca, siento el apoyo de ellos y del profe que es lo más importante, eso me ha ayudado a demostrarme de lo que soy capaz”.

Esta foto fue en una entrevista exclusiva en 2016, en la Colonia El Reparto.
Con su rendimiento futbolístico el juvenil a lo largo de su carrera se perfila como la próxima joyita que los merengues podrían exportar al extranjero, pero todo es cuestión de tiempo.