El escenario estaba listo para la magia y Darixon Vuelto no defraudó. El extremo del Real España tomó el balón por la derecha, recortó al centro con precisión y sacó un misil que dejó sin reacción a Marlon Licona para poner a ganar a la máquina sobre Motagua en el Morazán
La hinchada aurinegra explotó de júbilo en el Morazán al ver la pelota entrar, un gol que definía el destino de la serie y ponía a soñar a los catedráticos que salieron con todo buscando el pase a la final.
Su técnica refinada quedó en evidencia en ese golpeo perfecto. La velocidad, la dirección y la potencia del disparo fueron impecables, un golpe de calidad que quedará grabado en la memoria de los aficionados.
El fútbol hondureño celebró una joya digna de los grandes momentos. En las gradas, la emoción era palpable. La afición aurinegra, ansiosa por ver a su equipo en la final, vibró con el espectáculo que brindaron Motagua y Real España.
El estadio Morazán fue el epicentro de una batalla futbolística que mostró lo mejor de ambos equipos. Cada jugada, cada gol, construyó un espectáculo inolvidable. Y Darixon Vuelto quedó comenzó a escribir la historia con tinta dorada.