Primer tiempo para el olvido. Con poco peligro sobre los marcos y con dos equipos con ganas, pero sin argumentos. Marathón en sus tres primeros partidos muestra una estructura amorfa. Sus piezas no se encuentran, parecen desconocidos en la cancha.
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El técnico Carlos Pavón no ha logrado que sus jugadores se cohesionen. Le ha costado defenderse y mucho más atacar, pese que los verdes reforzaron bien una base que tiene cuatro torneos encima.
El Vida es un equipo en construcción, que Elvin López ha “remendado” su once titular y, sin embargo, no se le ha regalado a ningún equipo.
Del choque de estos equipo resultó un partido aburrido, con apenas sobresaltos causados por disparos de Mario Berríos y Nissi Sauceda. Uno por lado.
Al final de la primera mitad, al minuto 43, el volante Walter Martínez fue derribado por el defensa Miguel Valerio y el árbitro Manuel Zelaya, sin dudar, señaló el punto penal.
El encargado de ejecutar la falta fue el colombiano Charles Córdoba, cuyo disparo fue adivinado por Saíd Munguía.
Vaya desgracia del Monstruo.
SEGUNDA MITAD
En la segunda mitad, los verdes continuaron padeciendo de su anemia futbolística, aunque Charles Córdoba, en hecho aislado, estrelló un zurdazo en la horizontal.
Al minuto 76, el Monstruo recibió una puñalada mortal, un tiro de esquina cobrado por Bryan Moya fue cabeceado por el juvenil y recién ingresado César Guillén.
El Marathón no pudo levantarse y el Vida se llevó un gran resultado, premio a un equipo luchador que llegó al Morazán como víctima y salió con los tres puntos, más que valiosos e importantes.