Pero en sus inicios en el fútbol, llegó por casualidad en el marco y fue por reemplazo del portero titular quien se había lesionado.
Cuando tenía apenas seis años, cada vez que le metían un gol se ponía a llorar.
'Era muy llorón, lloronsísimo. Le metían un gol y era el acabose', recuerda con mucho cariño Ceferino García, uno de sus primeros entrenadores, en la escuela de fútbol de Alexis García de Medellín.
Según recuerda García, sus pataletas obligaban a detener el partido, muchas veces fue necesario solicitarle ayuda al árbitro y hasta chantajearlo con un refresco y un pan para que se pusiera de nuevo bajo los tres postes. 'El pequeño David en medio del llanto, insistía que quería volver a ser delantero', agrega.
'Las primeras revueltas, que eran bien duras, nosotros le prometíamos cosas. Le decíamos: 'si usted va y tapa, le damos algo'', confiesa Ceferino.
A los nueves años David Ospina dejó de llorar cada vez que un balón entraba en su red. Había desarrollado su instinto como cancerbero y comenzaba a escribir su futuro.
Don Hernán decidió inscribirlo en la escuelita a los cinco años para alejarlo de las malas compañías, drogas y violencia que sufría su barrio en la ciudad de Medellín, también para fortalecer su pasión porque en cada cumpleaños y navidad solo pedía balones y uniformes.
SU ESTATURA, UN OBSTÁCULO QUE SUPO SORTEAR
Aunque hoy mide 1.83 metros, en sus comienzos su estatura no era la ideal para jugar en el marco, esto porque jugaba para el Pony Fútbol, un equipo ni niños dos años mayores que él.
Era la figura y realizaba espectaculares atajadas, pero comenzaron las dificultades se cobraba un tiro de esquina.
'David era bajito porque aún no había comenzado su proceso de crecimiento. Tapaba muy bien pero en el Pony Fútbol para el juego aéreo, los tiros de esquina y pelotas de costado a David le costaba mucho salir. Entonces implementamos, casi por sugerencia de él, el fuera de juego. David era el encargado de crear la frase para indicarle al grupo que debía salir y hacer el fuera de lugar. Pasó muchos días inventándose una frase que al final terminó siendo: ¡Vamos Rojo!', recuerda Alexis García.
Lo subestimaron por su estatura porque en la adolescencia era más bajito que los defensas, delanteros y volantes de la Selección de Antioquia. Varios dirigentes del fútbol repetían la misma frase: 'Es muy bueno pero muy bajito'.
Le realizaron exámenes y descubrieron maduración tardía, pero que iba a crecer.
Sus logros lo llevaron a cumplir su sueño de jugar en Europa, el OGC Niza de Francia le abrió las puertas y tras el Mundial de Brasil 2014 el Arsenal de Inglaterra lo fichó.