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Se desata la 'Cristianomanía' en la localidad de Marcoussis en Francia

Aficionados hacen hasta lo imposible por una foto y un autógrafo del portugués.

2016-06-11

Una veintena de aficionados aguardan a la puerta del Centro de Entrenamiento de la selección francesa de rugby, cuartel general estos días de Eurocopa de la selección portuguesa de fútbol.

Domina la camiseta de Cristiano Ronaldo y la mayor parte de los 'fans' quieren un autógrafo del jugador del Real Madrid. 'Nos conformamos casi solo con verlos, pero de momento nada de nada', asegura una aficionada.

Pero el lugar es una fortaleza y ni siquiera pueden ver el rostro de su ídolo. La tapia de piedra que rodea el centro, de apenas tres metros, está coronada por una lona suplementaria para hurtar la vista a los posibles curiosos.

Un grupo de ellos se encarama a un cerro cercano para intentar seguir el entrenamiento de los lusos. 'Me conformo con ver un poco a Rolando', asegura uno de ellos. Misión imposible.

Vestido con la camiseta rojiverde, el fan asegura que es la tercera vez que viene hasta allí sin que, por ahora, haya tenido suerte.

Foto: Diez

En parte porque no fue uno de los cientos de aficionados que el pasado jueves asistió al único entrenamiento abierto al público programado por el momento por la selección portuguesa. 'Vino mi primo y me dijo que fue una locura', dice otro.

Marcoussis es un tranquilo pueblo situado a 40 kilómetros al sur de París, con casas bajas, jardines bien cuidados, mucho verde y poco ruido. Lo que en la zona conocen como la 'banlieu chic', los arrabales acomodados que el 'chic' distancia de los más deprimidos del norte de la capital, compuestos de enormes moles de apartamentos donde vive gente más modesta.

La selección que dirige Fernando Santos ha aterrizado con elevadas expectativas, que se sostienen en el buen momento que atraviesa su estrella.

Semifinalistas en la última edición, los lusos no se conforman con menos que alcanzar la final, como hicieron en 2004 en su propio territorio.

Entonces, el público fue un impulso que les llevó hasta el último escalón. Ahora no cuentan con todo un país, pero sí se sienten un poco como en casa