Cuando en febrero de 2016, Brayan reveló su dramática historia, reveló que Michael Arroyo y Oribe Peralta lo 'adoptaron' al tenderle una mano y sacarlo de las calles, nadie creería que cuatro meses después, iba a ser aceptado en las inferiores del América, uno de los clubes más grandes México.
'Creo que esta semana firmo', afirmó desde el DF.
Su sueño siempre fue ser futbolista, pero la falta de dinero en su familia le hizo tomar una difícil decisión; emigrar de mojado a suelo azteca en 2012.
De jalón llegó a Guatemala, caminó más de 200 kilómetros para arribar a México y ahora todo ese sufrimiento vale la pena, pues con su integración al América de México, ser jugador profesional cada vez está más cerca.
Ruben Beristain, periodista deportivo de México, confirmó en su twitter la llegada del catracho a Coapa.
“América aceptó en sus f. básicas a Brayan López, delantero de 21 años indocumentado hondureño, apadrinado de Arroyo”.
Luego de que Diez diera a conocer su historia, diario El Universal de México lo entrevistó y reveló más detalles impactantes de su vida.
¿Cómo fue tu infancia?
Fua algo difícil porque nunca conocí a mi mamá, crecí con mi abuela hasta los ocho años. Todo mundo se burlaba de mí en el pueblo, (Sangrelaya, Colón), me decían que me iba a quedar en lo mismo, pero siempre luché.
Había harto vandalismo, robé, vendí drogas, algo que un niño de ocho años no debería hacer. Nunca estuve preso, nunca me metieron un balazo, sino que fue por mi familia. Viví en un pueblo sencillo, si alguien tiene un kilo de arroz , lo reparte. Estoy feliz porque llegué a México, por 'Azul', uno de sus amigos, Por Michal (Arroyo), me han echado la mano, no tengo cómo agradecerles su apoyo.
Hice pruebas con Atlante, Sinaloa y no salió. Michael me echó la mano. Agradezco a mi madre que sé que desde el cielo me protege.
Como cinco días se paró. Mataron a la gente, pero yo me fui a meter a un monte. Andaba con dos amigos, había que estar preparado para todo, porque te juegas la vida o la muerte. Cuando tienes un sueño, lo sabes.
Ha habido gente que llega a Estados Unidos por suerte, sus familias no saben si viven o no. Están los Zetas y todo eso es peligroso, pero a mí no me hicieron nada. Yo quiero salir adelante.
Cuando pedía un taco, hasta el agua me tiraban, un pan no se le niega a nadie. Si viera a alguien pidiendo dinero, se lo doy. Quiero ayudar a los pobres de Honduras, hay mucha delincuencia. Si no tienes que comer, pues robas, y no quiero eso, sino que los niños progresen.
¿Ha valido la pena todo lo que has vivido por mantener tu sueño de jugar en México?
Vender droga no fue bueno, porque corrompí vidas, pero lo hice para que mi familia comiera. Estoy aquí por Dios. Tengo hambre de llegar a donde quiero. Mi sueño es empezar en un equipo chico y luego llegar a un Tigres o América.