Diferente a Atlas y Pachuca, equipos mexicanos que arribaron a San Pedro Sula en marzo, la institución felina desbordó en tierras catrachas con muchas restricciones, cuidando su plantel evaluado en casi dos mil millones de lempiras.
El equipo azteca arribó al Aeropuerto Villeda Morales de La Lima, Cortés en Honduras en vuelo chárter. Tras desbordar, cumplieron el trámite de migración y posteriormente abordaron el autobús que los esperaba dentro de la pista de aterrizaje.
Tigres no salió por la puerta principal del aeropuerto ya que solicitaron a Concacaf mayor comodidad, teniendo en cuenta el impasse en su viaje a Orlando, Florida, en la eliminatoria anterior.
Concacaf valora este partido como uno de “alto riesgo”, no precisamente por cuestiones de seguridad, sino por la magnitud del partido, pues estamos hablando de los cuartos de final, una etapa más avanzada.
El conjunto felino viajó a tierras catrachas con todas sus estrellas, encanados por el francés André-Pierre Gignac, sin embargo no realizaron reconocimiento de cancha y se trasladaron directamente hacia su hotel de concentración custodiados por dos patrullas policiales.
Tigres entrenó la mañana de este martes previo a venir a San Pedro Sula donde en el Estadio a Olímpico estarán acompañados por un grupo de al menos 300 aficionados.