El acecho de la pandillas acabó con la carrera deportiva de este futbolista, debido a que tuvo que huir del territorio salvadoreño y viajar a Estados Unidos para evitar ser víctima de los delincuentes.
El salvadoreño-uruguayo ahora radica en Van Nuys, según informó el medio estadounidense Hoy. “Para mí fue muy difícil, porque fue un cambio abrupto”, contó a HOY Deportes el defensor exseleccionado. “Yo tenía mi vida hecha”, reconoce.
Un lunes de octubre del 2013, cuando jugaba aún en el Club Deportivo Universidad de El Salvador, al salir de las instalaciones de la asociación recibió una llamada que le cambió la vida.
“Me llamó un pandillero; me quisieron extorsionar”, recordó sobre el macabro momento. “Me dijeron dónde estudiaban mis hijos, dónde vivía, la distancia que tenía desde los entrenamientos hasta mi casa. Ellos sabían que mientras yo estaba ahí, mi familia estaba sola en la casa. El carro que manejaba, dónde pagaba mis [facturas]… me dijeron absolutamente todo”.
Ahora Christian Esnal juega de forma burocrática en los Estados Unidos.
El recio jugador entró entonces en un estado de shock y abandonó con su familia el país lo antes posible. “ No tuve la rapidez mental para llamar a mi familia. Mi esposa, mis niños… estuve estacionado ahí por casi hora y media pensando qué iba a hacer. Me fui manejando más despacio de lo normal para tratar de blanquear la mente”, relató.
Una de las razones de Esnal para llegar al Sur de California fue pensar en sus hijos, y lo hizo además porque su esposa tenía familiares viviendo en Los Ángeles. Aunque luego intentó vivir en Phoenix, Arizona, por unos meses, se decidió por nuestra ciudad.
EL GIRO A SU VIDA
Esnal trabaja actualmente para una compañía de jardinería. “Es algo a lo que nunca me imaginé llegar; pensé que iba a tener una carrera más larga”, afirmó.
Esnal fue seleccionado salvadoreño rumbo a Sudáfrica 2010.
“ Cuando llegaba tras los primeros días de trabajar, me miraba en el espejo y veía la cara llena de polvo y pintura”, narró el espigado jugador.
Sus palabras son aún más tristes cuando dice que: “Me ponía a llorar, porque uno ve cómo le cambió a uno la vida. De estar en las canchas, en las entrevistas, en la TV, en el diario a eso, creo que el mismo ego, el orgullo de uno lo hace que flaquee en ese aspecto. Pero luego ves a tu familia y lo haces con dignidad, con respeto; te ganas el salario y la verdad eso es lo que le da a uno fortaleza para seguir”.