La Biblia... es ese libro sagrado que define la fe como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Esa misma fe movió a hombres como David, Abraham, Nehemías, Daniel, José o Pablo. También a toda una plantilla del Victoria para regresar a la Primera División después de cinco años en la Liga de Ascenso; y sobre todo a Marlon Flores, un futbolista hondureño que forma parte del equipo jaibo con un testimonio de vida impactante.
Hoy el cielo nos complace con una mañana colorida como el mar sobre las calles barro que nos encaminan hasta la comunidad garífuna de Nueva Armenia, en donde encontramos al defensor hondureño Marlon Flores, el protagonista de esta historia que resultó ser pieza clave como titular indiscutible en el equipo de Carlos Padilla, un sueño cumplido después de años de angustia que no me es fácil describir entre líneas delgadas de texto.
Después de hora y media desde La Ceiba, finalmente llegamos a nuestro destino. Lo cierto es que Flores no nació aquí, sino en Iriona, Colón. Hoy el calor es imponente, pero poco importa con el recibimiento decoroso de su gente, y la humildad que caracteriza a Marlon Flores para abrirnos las puertas de su hogar.
SUPERACIÓN
Para entender la vida de este chico de 22 años, habrá que remontarnos a su dura infancia y el rechazo de su madre -que hoy dice haber quedado en el pasado gracias a su fe- y los tiempos de crisis viviendo lejos de su familia buscando cumplir su sueño como futbolista profesional: ascender a la Primera División.
'Le doy gracias a Dios por el ascenso, todo futbolista quisiera lograrlo y en lo personal me siento contento y alegre. Me ha costado mucho, son cinco años que he venido luchado para lograr esto. Ahora se ha dado. Estos años han sido tristes, yo estuve en los peores momentos del equipo. En un momento un jugador extranjero demandó al equipo por unos 40 mil dólares, yo ganaba mil lempiras, para ese entonces tenía que esperar tres meses para que me pagaran diez días', remembra el carrilero derecho sobre su etapa de crisis.
Cuando Marlon llegó a La Ceiba fichado por el Victoria, tuvo la dicha de poder vivir en la sede del club, pero esta no cubría con todas sus necesidades y la de su hija, así que durante ese pasaje tuvo que reinventarse para sobrevivir porque su bolsillo no le ajustaba, fue así como en el 2019 trabajó como albañil por las mañanas y por las noches freía pollos en un restaurante de uno de los directivos del club.
'Son etapas difíciles que pasamos en la sede, sin agua, sin luz; si comía por la mañana no lo hacía al mediodía, si comía al mediodía no lo hacía por la tarde. Al final todo valió la pena. Era difícil para mí, por la mañana tenía que ir de albañil y luego entrenaba por las tardes. En ese momento solo me pagaban cien al día -500 lps a la semana-, yo lo miraba bastante, pero solo me ajustaba para una lata de leche; al final el sufrimiento valió la pena, hoy gracias a Dios logramos el ascenso y vamos a iniciar una nueva historia', dijo.
También recordó que 'no ganaba la gran cantidad, pero el equipo estaba un poco más estable. Conocí a Martín Fajardo, él apareció como un ángel en mi camino porque en ese tiempo yo necesitaba el trabajo. Fue una de las personas que les dijo a la presidencia que me subieran el salario, me fui a trabajar al restaurante por mis hermanos, me tocó luchar mi niña y por mis hermanos porque mi madre estaba pasando una situación difícil, éramos enemigos pero hoy gracias a Dios hemos podido mantener una situación estable'.
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Su madre adoptiva, Vicenta Martínez, es testigo de ello y razón de su orgullo.
'Yo me siento orgullosa de mi sobrino, quiero que siga adelante porque desde pequeño siempre le gustó el fútbol. Yo quiero que siga adelante por la voluntad de Dios. Su madre lo dejó conmigo y de niño nunca me dio problemas. Deseo que siga adelante, ese será su futuro', dice Vicenta Martínez con signos de alegría.
RECONCILIACIÓN CON SU MADRE
Marlon Flores es el mayor de dos hermanos (Wilmer Yasmani Benedith y María Guadalupe Benedith). De sus padres Juana Benedith Mejía y Santiago Flores habla muy poco y cuando lo hace es para recordar episodios tristes de su infancia.
A su papá lo conoció hasta que cumplió 17 años gracias a un reencuentro por redes sociales y de su madre, tiene cicatrices dolorosas por maltrato en el hogar, como los días que golpeaba su cabeza contra la pared.
'Mi infancia es muy difícil de explicar, quizá ella cuando me miraba como que se acordaba de mi padre, por eso me vine a vivir a Nueva Armenia. Todos los niños en la infancia reciben maltrato físico, pero no así como yo lo recibí. Fui marcado, cuando mi madre me hacía cosas así, me dañaban. No te voy a negar que siempre sentí ese rencor.
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¿Cómo la perdonó?, le consulté. 'Hubo una persona cristiana que me dijo que yo tenía que pedirle perdón a mi madre, pero yo le pregunté el porqué, si yo no le había hecho nada. Mi madre se puso a llorar, le dije que no sé qué le había hecho, pero le pedí perdón. Mi relación mejoró con ella y lo que quiero es seguir trabajando para darle una buena vida a él y a mi hermano. En su momento me vi obligado a quitarle a mis hermanos porque el alcohol la estaba dejando como una vagabunda. Desde ese entonces la vida me ha marcado, ahora tengo que luchar por mis hermanos y por mis hijos'.
SUS SUEÑOS Y ASPIRACIONES
Cuando Victoria descendió en el 2016, Marlon Flores ya estaba en el equipo de reservas con pocas apariciones. Hoy se afianzó en la banda derecha y tiene claro que en Primera División quiere ser protagonista.
'Desde niño siempre soñé en jugar profesional, cuando estaba pasando por las situaciones más difíciles pensaba en que lo que hoy me hace falta, mañana me va a sobrar. No te voy a negar que muchas veces quise tirar la toalla, antes era más débil de la mente, pero pude mantener la calma. Desde hace cinco años vengo luchando para estar en la Primera División y desde el sábado que ascendimos me propuse trabajar, no quiero ir a sentarme en la banca de primera y voy a trabajar para eso. Hay muchos jugadores que están en la selección y por qué yo no podría estar, si tengo la calidad y confianza con un rendimiento alto', manifestó.
Su primo, Dailor Enríquez, se suma a la visión tatuado de deseos de prosperidad para Flores.
'Quiero verlo triunfar por sus sueños, me siento orgulloso de él, lo único que le pido a Dios es que siempre lo proteja y que siga adelante. Su infancia fue triste, pero cuando estás con Dios, Él te abre puertas, te abre caminos', dijo Dailor Enríquez.
Finalmente, nos despedimos de Nueva Armenia donde profundizamos en la historia de Marlon Flores, un joven lleno de talento y metas por cumplir que ha mantenido de pie pese a las circunstancias duras que ha tenido. Un verdadero ejemplo de superación y éxito que le espera un futuro brillante.