Esta es la historia de José Cubero, un sampedrano de 60 años, cuya próspera vida se ha ido complicando por las secuelas de ese duro padecimiento, el cual lo tiene casi sin habla y con la mitad de su cuerpo paralizado.
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Pese a ello, y como hacía cuando estaba saludable, José ha comenzado a asistir a los partidos de su realeza. Desde que logró esquivar la muerte, y durante el tramo final de esta temporada, Cubero observa detenidamente desde su silla de rueda el desenvolvimiento de sus muchachos.

Este valiente parcial españista, que antes del triste acontecimiento administrativa su humilde pulpería y laboraba en el área de contabilidad desde su propio hogar, asiste dos veces por semana a la Teletón para llevar a cabo largas jornadas de terapia y estimulación oral.
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Si bien las posibilidades de que recupere su viejo estilo de vida son complejas, don José afronta sus dificultades con el antídoto de masas en Honduras, el fútbol. Eso sí, no necesita elevar la voz cuando anota el conjunto catedrático, pues su apasionado grito proviene del corazón.