Internacionales
2011-05-13
Jugaba como portero en su natal Quimistán, Santa Bárbara, ahí rodó por el polvo y por la grama tratando de evitar que le perforaran su marco.
A Héctor Rodríguez, designado como central en el segundo partido de la final entre Olimpia y Motagua, no le anotaban muchos goles, pero considera que no era excelente. Por eso tuvo que dejar su carrera bajo los tres palos para convertirse en árbitro, lo hizo por recomendación de su padre don Arnold.
Antes pudo disfrutar de las mieles del triunfo, se convirtió en el campeón del departamento de Santa Bárbara con el instituto Miguel Paz Barahona, fue seleccionado en colegios de Quimistán y Pinalejo y jugó en la Liga Mayor.
DURO INICIO
Héctor comenzó en el terreno del arbitraje en su pueblo a los 19 años, ahí mostró amarillas y rojas durante dos años.
En ese lugar no existe la protección policial en los partidos, a veces no hay valla que separe a los jugadores de los aficionados y en medio de ellos está el árbitro, allí pitó Rodríguez.
Con el arbitraje de Héctor, Motagua y Olimpia presentan idéntico registro de cuatro triunfos, tres empates y una derrota.
Rodríguez ha dirigido dos partidos entre el León y el águila. Los albos ganaron 2-1 el 31 de octubre de 2010, en tanto que el 3 de abril de 2011 se registró un empate a un gol por bando.
Se dedica a un negocio familiar que administra con su padre y es técnico mecánico industrial, pretende matricularse en la universidad.
Además ha forjado un prestigio en el arbitraje nacional que lo ha llevado a recibir muchos galardones individuales, pero quizá su reconocimiento más importante hasta ahora lo tendrá el domingo a partir de las 5.00 pm cuando dé el pitazo inicial de la gran final entre Olimpia y Motagua.
“Trato de darle a todos los partidos la misma importancia”, logró decirnos Héctor sin antes contarnos que “oro mucho para que las cosas salgan bien”.