La corriente de dejar el país para alcanzar los sueños estampados desde la niñez se ha hecho muy recurrente en muchos hondureños. Los sacrificios, el esfuerzo y la perseverancia a la larga cosecha sus frutos, así se refleja la historia de Berta Elisa Velásquez Fúnez, una hondureña que emigró a España para poder convertirse en una fisiculturista profesional.
Con 27 años, Berta, consiguió el segundo lugar en el campeonato de Terragona IFBB de Barcelona, un reconocido torneo que encierra la disciplina del culturismo y donde compitieron las mejores de España en esta rama del deporte.
Sin embargo, detrás de este logro hay una historia que contar. Velásquez es una sampedrana que tuvo que marcharse con rumbo al país ibérico ante la poca oportunidad que tenía en Honduras de convertirse en una fisiculturista y para ayudar económicamente a sus padres.
Reside en Cataluña desde hace dos años y seis meses, se desempeña como camarera en un restaurante de la ciudad donde vive, y realiza extensas jornadas laborales de 12 horas para poder costearse los gastos de este deporte que según relató Berta a Diario La Prensa son sumamente costosos. “En un mes pagó UER. 1,200 (L. 32, 326. 3442) entre gimnasio, entrenador, suplementos, comidas y trajes para las competencias”.
Aún con las extensas horas de trabajo, la catracha se hace un espacio para poder entrenarse de dos a tres horas en la mañana y algunas veces en la tarde.
La entrevista
¿Cuántos años tenía cuando se adentró al fisiculturismo?
“A los 17 años fue cuando ya pude ir a un gimnasio, pero desde pequeña me gustaba esta rama; ver a las chicas compitiendo en la televisión”.
¿Cómo nace esa pasión en un país donde está rama del deporte no tiene mucha demanda?
“Siempre me llamó la atención. Yo desde los 7 años tenía en mi cuarto recortes pegados en la pared, además me gustaba modelar como ellas y mi mamá me decía: ‘En serio te gusta eso’, yo desde pequeña tenía esa ilusión”.
¿Cuál es sueño deportivo?
“Participar en los campeonato de fisiculturismo más grandes y reconocidos del mundo y sé que un día lo lograré”.
¿Cuánto tiempo lleva esculpir el cuerpo para estas competencias?
“Todo depende del ritmo de entrenamiento. Yo me llevé un año y medio, pero entreno seis días a la semana dividiendo rutinas en las mañana y en las tardes, solo descanso uno”.
¿Recibía apoyo en el país para prepararse?
“Solamente el de mis padres. Nunca tuve el apoyo de federaciones o entidades y eso que yo buscaba informaciones en internet, pero la verdad, nunca pude tener la ayuda que quería de mi país. Es por eso que ahora estoy aquí esforzándome para poder tenerla de mi propio mérito”.
¿Representaría a Honduras en las competencias luego de no recibir nada del país?
“A mí me encanta pararme en el escenario y posar con la bandera nacional porque siento que estoy representando a cada uno de los hondureños. Me siento muy orgullosa de mi país. Si está en mis capacidades volvería a Honduras y apoyaría a los culturistas nacionales”.
¿Qué sensaciones le deja que en poco tiempo todo su sacrificio está viendo frutos?
“Sorprendida. Yo decía no lo voy a lograr, me estoy esforzando mucho y al final gastaré todo este dinero y no voy a llegar a nada, pero lo intenté y gracias a Dios voy por buen camino”.
¿Qué mensaje les deja a los deportistas que tienen que salir de Honduras para alcanzar sus sueños?
“Que se esfuercen, que no tiren la toalla, al final el dolor es pasajero, pero la victoria es eterna”.
