En las últimas semanas el nombre de Andrés Salazar ha cobrado fuerza en el fútbol hondureño. El guardameta colombiano se ha convertido en pieza clave para el sorprendente Victoria, que hoy está a un paso de disputar la gran final, pero antes deberá superar una dura prueba: al ‘rey de copas’ Olimpia en las semifinales.
Salazar ya había tenido un paso por el balompié catracho en 2023 con Honduras Progreso, donde dejó buenos destellos, pero también vivió momentos duros en un equipo que luchaba por no descender. Hoy, el presente es distinto.
“Ha sido una mezcla de todo, el tiempo que me fui me ayudó mucho para seguir creciendo en lo personal y profesional. Regresé con una base sólida”, explica el portero de origen colombiano.
Parte esencial de su evolución ha sido el trabajo junto al exmundialista Ricardo Canales, actual preparador de porteros de Victoria. “El trabajo que he podido realizar con el cuerpo técnico y Ricardo ha sido clave. Es una persona preparada que entiende lo que uno vive en la cancha, eso me ayudó a mejorar y llenarme de confianza”, afirma.
Y no es el único que resalta su rendimiento. Su entrenador, David Patiño, no dudó en catalogarlo como el mejor portero del torneo. Una valoración que Salazar recibe con humildad. “Muy contento, las tomo con humildad porque él es una gran persona y profesional. Para mí es un halago que él piense eso de mí por toda la experiencia y trayectoria que tiene”.
Una vida de sacrificios, marcada por una pérdida.
El rostro sereno y seguro que hoy se ve bajo los tres palos tiene detrás una historia de sacrificio y dolor. Hace un año, Andrés Salazar vivió el golpe más fuerte de su vida: la muerte de su padre.
“Fue una persona influyente, su muerte me cogió por sorpresa y marcó un antes y un después en lo personal y profesional. Me ayudó a darme fortalezas... Yo me fui de casa desde los 16 años y siempre tomé mis decisiones, pero siempre lo tenía a él para un consejo. Ahora me siento solo, me toca enfrentar al mundo solo. Fue un cambio drástico que me impulsa a seguir luchando y honrar su memoria”, dice.

Y agregó: "Mi padre era fan de lo que hacía, estaba pendiente de mis partidos, se sentía orgulloso de lo que era. Hacer esto de la mejor manera es como honrar su memoria y sacar a mi familia adelante junto a mi esposa".
Su motivación nace de ese amor que desde niño le tuvo al fútbol. Y también del sacrificio, muchas veces invisible, que este deporte exige. “El fútbol lo he puesto por encima de todo, incluso de mi familia. Tú sabes que en esto no puedes compartir un Día de la Madre, Año Nuevo, cumpleaños... o estar lejos de mi esposa. Pero sigo con esa ilusión y las mismas ganas desde que comencé. El día que no lo sienta, pararé”.
El sueño de la final
El sacrificio ejercido hoy lo tiene en uno de los momentos más altos de su carrera. A las puertas de disputar su primera final en Honduras, Salazar recuerda cómo comenzó todo.
“Desde que comenzamos este proyecto nos propusimos metas: primero salir del descenso, luego entrar a liguilla, y ahora soñamos con una final”, expone.

Sobre Olimpia, su próximo rival, sabe que no será fácil: “Vamos a enfrentar a un gran equipo con jerarquía, pero se vale soñar y creer. Tenemos una obligación de ganar. No es lo mismo que la serie con Marathón, ahí el empate nos llevaba a penales”.
¿Y el futuro? Cuando se le pregunta si se ve más tiempo en Victoria, Andrés no cierra puertas, pero deja claro dónde está su enfoque actual. “Estoy enfocado en terminar el torneo de la mejor manera. Después veré si es seguir acá o si salen nuevas opciones. Quien tiene la última palabra es Dios y él me ubicará donde debo estar. Ya antes había querido volver a Honduras, pero no se daba. Ahora se dio en el tiempo correcto”.