Guillermo Ochoa estuvo muy cerca de sumarse a las filas del PSG. Sin embargo, una mala pasada evitó su llegada al conjunto francés cuando ya lo tenía todo pactado, por lo que terminó jugando para el Ajaccio.
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Un escandaloso positivo a clembuterol impidió que el portero mexicano diera un salto más brillante al fútbol de Europa. Ochoa había desarrollado una gran carrera en el América y pensaba que era el momento de dar un gran salto, aún cuando el presidente Emilio Azcárraga le pidió que siguiera con las águilas.
Consciente de que no le darían las facilidades, acordó con PSG su incorporación en cuanto finalizara su contrato con el América, aunque todo se vino abajo con un positivo luego de consumir carne.
“Hubo muchas oportunidades en las que podía salir, de repente el América ponía un precio muy alto, yo tenía contrato y los equipos la pensaban porque no tenía pasaporte comunitario. Ocupar una plaza de extranjero es complicado porque buscan delanteros, extremos, y al final cuenta que nunca nadie había tenido un portero mexicano. Sabían que lo podía hacer bien, pero necesitaba un proceso”, declaró Ochoa en una diálogo con Jorge Van Rakin en Youtube.
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“Llegó un momento en el que dije: ‘lo siento mucho, con el dolor en mi corazón me voy’. Porque yo sí quería dejarle algo al club (América), pero las dos partes no estábamos de acuerdo. Terminando contrato yo ya estaba apalabrado con un equipo, era agente libre”, cuenta el arquero.
Durante la participación de la Copa Oro con México, Ochoa dio positivo junto a otros cuatro jugadores, por lo que debió iniciar un largo trámite que haría que la directiva del PSG no lo esperara más y decidiera fichar al italiano Salvatore Sirigu.
“París me dice: ‘ok, eres positivo, soluciónalo y te vienes’. Pero estuve un momento en el limbo. Yo ya no tenía contrato con nadie y ahí sí llegó el América y me dicen que había un contrato para que me quedara’’, recuerda el guardameta.
Finalmente, ‘Memo’ encontraría una oportuna propuesta del Ajaccio, un modesto club de la isla de Córcega. “Lo vimos todo en secreto, decía: ‘yo creo en tu palabra y quiero que juegues aquí’. Yo le doy mi palabra, volvemos y sale la resolución de que no somos culpables. Yo le dije a él que iba a jugar aquí y lo hice”.
