Al minuto 50, en un tiro libre en tres cuartos de cancha, López se ubicó tras el esférico, tomó distancia y sacó un violento disparo que superó la barrera y cuando iba a superar la línea final, apareció la milagrosa mano del arquero florense.
Segura se estiró hacia su izquierda y despejó el disparo que llevaba veneno. En el rebote sus compañeros alejaron el peligro.
En el banquillo de los manudos se llevaron las manos a la cabeza. No podían creer que el balón no había ingresado.
López en el arranque de la segunda parte tuvo una, pero decidió hacerla individual y terminó estrellando el balón en un defensor.