Liga Nacional

Choco Lozano: 'Me gustaría dedicarme a predicar la palabra de Dios”

El atacante nacional fue invitado al Reto con Jenny... además nos cuenta detalles de su vida.

2015-08-08

Más puntual de lo esperado fue Anthony Lozano, quien cumplió lo prometido, aceptar el reto y hacer un espacio en su agenda, pudimos observar al “Choco” en su versión normal: tranquilo, callado, pero muy sonriente.

Cuando mentalmente repasé el recorrido de Lozano me di cuenta que a su corta edad ha vivido muchas cosas: mundiales en categorías menores, experiencia en Europa, proceso de clasificación a la Copa del Mundo con la Selección Mayor y campeón del torneo local, sin duda es un delantero experimentadamente muy joven, que busca convertirse en el nuevo referente de los goles con la “H”.

¿Por qué lo del “Choco”?
Por mi hermano Luis Ramos, es que a él le decían “Choco”, entonces cuando me llevó a Marathón comenzaron diciéndome “Choquito”, a medida iba creciendo me fui quedando con el “Choco”, ahora hasta firmo así. En España, la camisa que utilizaba llevaba como nombre “Choco”, ellos sabían que era mi apodo, pero lo utilizaron porque eso movía más.

¿Cuándo decide jugar al fútbol profesionalmente?
Yo no lo decidí, mi madre insistió que asistiera a los entrenamientos y me motivó para que jugara al fútbol, lo que pasa es que en el barrio donde me crié había otras distracciones y ella siempre estaba pendiente que no me fuera a desviar o tomar otro camino, deseaba que me enfocara en un deporte.

¿Cómo llega a Olimpia?
Todo se dio cuando estaba en la Selección Sub-17 y para clasificar al premundial, teníamos que ganar dos partidos que jugamos en Panamá, recuerdo que en dos juegos yo marqué seis goles; entonces, el Olimpia se interesó en mí, Osman me llamó y habló con mi familia, también fue fundamental el aporte del profesor Emilio Umanzor, quien en ese entonces era el técnico de la Selección, fueron varios los equipos que me llamaron y se interesaron en mí, pero todos sabemos de la importancia del Albo, así que no dudé en firmar con ellos.

¿Qué ha sido lo más difícil que ha vivido, futbolísticamente hablando?
La verdad que en mi corta edad he pasado por tantas cosas; cuando fui a España, el equipo que me contrató, descendió, fue un golpe duro, porque la mentalidad de ellos era mantenerse en segunda por mucho tiempo, recuerdo que cuando faltaban diez fechas, solo teníamos que sumar tres puntos, el equipo entró en depresión y no pudimos ganar ninguno, así que perdimos la categoría.
La gente me gritaba e insultaba, claro y es que al ser extranjero te exigen más. La afición se metía conmigo y me gritaban que regresara a mi país, a uno como joven eso le duele, yo lo sentí mucho, pero me ayudó a entender que uno como jugador debe levantar la cabeza y seguir adelante.

En los carritos chocones se divirtió el delantero nacional.



Aquí en Honduras, también le han silbado…
Sí, eso ha pasado, pero yo siempre he dicho, la afición tiene su punto de vista y manera de ver el fútbol, así que yo respeto a cada uno de ellos, hasta a los más grandes jugadores del mundo les pitan, en el amistoso ante Brasil, todo el estadio le silbó a Neymar, en mi caso solo me resta hacer mi trabajo, sé que cuando marco goles hay aplausos y cuando fallo, abucheos. Agradezco al profesor Pinto y a Héctor Vargas por toda la confianza que me han dado.

¿Los insultos y los silbidos nunca le han hecho perder la cabeza?
Busco que eso no me haga perder la cabeza, yo le doy gracias a Dios por la personalidad que me dio, yo trato de ver más allá de las cosas, de qué me sirve reaccionar ante un insulto, yo tengo claro que si me metí a esta carrera es porque me apasiona y porque Dios me dio un don.

¿La acción más clara de gol que le ha dolido fallar?
Fue el penal que erré ante Herediano, fue un momento durísimo para mí, me pregunté todo el partido y toda la noche cómo pude haber fallado, todos teníamos grandes ilusiones de avanzar a la siguiente fase, el equipo confió en mí, pero lastimosamente ese balón no entró, ese día no dormí, pero el apoyo de mis compañeros fue fundamental, recuerdo una charla que hicimos el día siguiente, todo el equipo se acercó y me dijo que seguían creyendo en mí y apoyándome, luego en el partido que jugamos ante Platense, se dio una acción de penal, agarré el balón y dije: “Aquí recuperaré mi confianza nuevamente y gracias a Dios pude levantarme de nuevo”.

¿Cómo se siente con la responsabilidad que le ha dado Jorge Luis Pinto en la Selección?
Muy motivado la verdad, es una responsabilidad grande de la cual estoy consciente, sé que es todo un país el que me está viendo y que confía en mí, pero la Selección no solo es un jugador, es todo un equipo, esto es fútbol y hay que vivirlo con alegría, cuando uno se alegra haciendo lo que le gusta las cosas salen bien.

¿En algún momento ha sufrido de racismo?
En España casi todos son racistas, pero eso es normal en los países europeos. En lo que yo sufrí de racismo, fue cuando entraba a una tienda y me quedaban viendo raro, pensaban que no tenía la capacidad de comprar un teléfono o algo así, me decían despectivamente: “Eso vale tanto”, como dando a entender que no podía comprármelo.

¿En sus tiempos libres, se ha dedicado a predicar la palabra de Dios?
Sí, me he unido a un grupo muy bonito de jugadores y exjugadores llamado ‘Atletas para Cristo’, trato de ir siempre a la iglesia, pero un día recibí la invitación del pastor Derick Hulse para unirme, ellos buscan llegar con un mensaje positivo a jóvenes apasionados al fútbol. Hace un par de semanas fuimos al presidio y fue impactante ver cómo ellos adoran a Dios y se han convertido, en algún momento me gustaría dedicarme a predicar la palabra de Dios, le pido que me dé ese don para poder hacerlo.

EL RETO: UN DÍA EN LOS JUEGOS MECÁNICOS
“No me gustan mucho los juegos mecánicos, no soy bueno para eso”, fueron las primeras palabras del “Choco” cuando le conté del reto y en mi mente dije: “Esta prueba la tendré fácil”, pero al final la historia fue distinta, yo inicié con una gran sonrisa y terminé despeinada y con el estómago revuelto, mientras que a Anthony le hizo recordar su niñez y finalizó con una sonrisa de oreja a oreja.

La última prueba fue El Martillo, literalmente uno vuela por los cielos de la capital, le dije al operador que no nos elevara tanto, porque suelo marearme un poco, al final mis compañeros lo convencieron de lo contrario y por casi 10 minutos estuvimos en el aire, me bajé del juego con ganas de vomitar y con muchos nervios.

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