El ambiente se inunda de la esencia de frutas frescas, verduras, salsas, especies de innumerables sabores y colores, en fin... Todo esto se mezcla con la nostalgia por la pelota de uno de los mediocampistas titulares del Platense campeón de 2001, quien desde hace un año, cuando puso fin a su carrera, atiende un puesto en el popular centro de ventas copaneco.
Es Marco Antonio Mejía, contención del histórico Tiburón y también de Real España, Deportes Savio, entre otros.
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En 2015 puso final a su idilio con la pelota, al menos de forma profesional, pues sigue “echándome una potra de vez en cuando”.
Lamentablemente, no era el final que deseaba. “Todo principio tiene su final y me tocó a mí hace un año retirarme del fútbol profesional. Le doy gracias a Dios, por las amistades que uno logró cosechar en esto del fútbol, te deja bonitos recuerdos”.
Maco colgó los tacos en su querido Deportes Savio, equipo con el que en muchas ocasiones “dejó el alma” en partidos definitivos por la permanencia.
A los 39 años, todavía tenía ganas de seguir jugando, pero la dirigencia del Deportes Savio, encabezada por Bernardo Alvarado, decidió prescindir de su capitán.
“Fue una manera que a mí me tomó por sorpresa, me decepcioné tanto, lo mismo le pasó a mi amigo Ney Costa, no me lo esperaba, tampoco es que quería un partido de despedida como las grandes estrellas, pero sí un poco más de respeto hacia uno como persona”, nos cuenta con firmeza.
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Al “Cachetón”, como le decían en Platense, le hubiese gustado dejar a los toros copanecos bufando nuevamente en la Liga Nacional, “quise seguir ese deseo de llevar al Savio a primera división, pero no se pudo, después me interesó ir al Atlético Limeño, pero el presidente no me autorizó una firma, entonces me desanimé bastante”, confesó.
TRABAJO
¿Entonces qué hacía? Aún no estaba preparado para cambiar las concentraciones, entrenamientos, el camerino por la nostalgia. De repente, surgió una posibilidad, muy alejada de las canchas. Colocarse al frente de una puesto de ventas en el mercado Santa Teresa.
Ahora, el exfutbolista está rodeado de frijoles, maíz, especies, salsas, romero, culantro, pimienta gorda y clavos de olor y muchos productos más. La entrevista fue interrumpida en tres ocasiones, los clientes buscaban aceite de cocina. Maco pesaba las libras con pericia. ¿Pero no tiene truco la balanza?, se le preguntó, “je, je, je, no para nada. Ni nada de la bolsa izquierda, mi papá me inculcó a ser humilde y ser honrado, eso lo lleva a uno a mejores lugares”.
Muy temprano en la mañana ya se encuentra en el mercado, por cierto ahí la fama no lo deja solo. A cada momento hay alguien que grita, “hola Maco, adiós Maco”, el contención levanta la mano, pues su atención está en la conversación que relata su nueva vida.
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Hay muchas cosas a la venta y al inicio tuvo mucha dificultad con los precios. “Sí, al principio, je, je, je, era un poco difícil. Y más que todo en el ‘tanteo’ para pesar una libra de lo que sea, ahora ya me equivoco menos, intento ser justo, porque después arriba te van a pedir cuentas. No podés dar menos ni más”.
A Maco no le apena atender a cada cliente que busca uno de sus productos. “Hay personas que miran al futbolista como algo inalcanzable, que no les va a hablar y las verdad que no, que nos no miren así, somos seres humanos con virtudes, con defectos, tal vez nos ven en un buen carro o buen celular, pero eso es fantasía nada más”, dice.
SE HAN SORPRENDIDO
Después de 20 años en una cancha, transpirando camisetas, por supuesto que hay algunos que se sorprenden de verlo, trabajando como alguien común. “Sí, mucha gente la verdad, muchos ya saben dónde está el negocio, hay gente admirada, por lo que te había dicho, es que al jugador lo miran como algo inalcanzable”, repitió.
Maco es un tipo humilde, seguidor de Dios y sus enseñanzas, el dinero no es lo más importante. “Nunca me fijé en eso, mis pies siempre estuvieron sobre la tierra; cada vez que agarré mi maleta, no me fijaba si el equipo tenía dinero o no, siempre fui bien recibido a todos los lugares donde fui y bueno todo eso queda grabado”, dice.
Su negocio es una forma de cumplir un deseo que hace tiempo le pidió al Creador. “Siempre le pedí a Dios quedarme aquí porque es un lugar muy bonito, por el clima, por la camaradería de la gente, por todo. Es una ciudad hermosa, aquí la gente es muy honesta y noble, siempre que iba a la iglesia, yo le decía a Dios me quiero quedar en esta ciudad, y aquí estoy, trabajando, tengo salud y lo más importante, que es tener a Dios en el corazón de uno”.
No reniega de lo que vive, hasta se le ve feliz, pero ha sido un hombre de fútbol por mucho tiempo y le encantaría tener una oportunidad de seguir ligado al balompié, ahora en un banquillo. Sabe que debe prepararse. “Estoy pensando, si se me da la oportunidad de dirigir un equipo, obvio tengo que aprender más.
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Son 20 años, no es así por así que me voy a desligar, muy agradecido con Dios y con el fútbol”.
Mejía desea comenzar a sacar los cursos de entrenador, pero al occidente llega con poca frecuencia ese programa de Fenafuth. Mientras la conversación llega al final, hay clientes que preguntan por esto o lo otro, Maco no se queja. “Jehová da y quita, si me dio la oportunidad de retirarme de esta forma, pues hay que darle la gloria a Dios”.