Qué mejor forma de celebrar su cumpleaños haciendo algo extremo, al inicio se veía fácil saltar desde ocho metros, pero ya arriba era otra historia, yo literalmente morí en el primer intento, mientras que Wilmer hizo dos saltos. Pero antes de lanzarse al vacío nos habló de su etapa como jugador, padre y esposo, aquí parte de su historia.
¿Cómo se describe Wimer Fuentes?
Soy una persona sencilla y humilde, vengo de una familia trabajadora que se dedica al rubro de la palma africana. Nunca me he creído más que nadie, al contrario, sé que todos somos iguales.
¿Cómo fue su niñez?
Mi madre dice que fui tremendo, que le di bastante dolor de cabeza sobre todo cuando andaba tras el balón, ella se preocupaba mucho cuando yo tenía partido, pensaba que si me quebraba qué iba a ser de mi vida, ella quería que mejor estudiara; entonces, yo agarraba mis tacos y me iba a jugar a escondidas, pero cuando regresaba me esperaba con una vara.
Le tocó combinar su niñez entre estudio, trabajo y fútbol...
Tengo lindos recuerdos de esa etapa, cuando estaba en auge la palma me iba a ayudarle a mi papá, luego asistía al colegio, durante ese tiempo participaba en un torneo de fútbol, tenía que entrenar duro y jugar, en ese campeonato me vio un escauteador de liga mayor y me dijo que me quería llevar a su equipo, pero no hallaba cómo entrarle a mi papá, porque era bien delicado y enojado. Pero un día él se atrevió y me fue a buscar a mi casa y me ofreció jugar en su equipo, así fueron mis primeros pasos en el fútbol.
Háblenos del trabajo en el campo...
Es un trabajo duro, pero muy lindo, con la palma africana se utiliza mucho la fuerza, son varias las personas que trabajan en el proceso; por ejemplo, unos cortan la palma, otros la hojean, el que la saca para que el camión pueda trasladarla a la fábrica donde la procesan y sacan el aceite. Cuando tengo libre o estoy de vacaciones voy a la cooperativa de mi papá a trabajar con la palma, cuando ellos me ven se alegran, yo antes laboraba en el campo por la mañana y por la tarde me venía a entrenar a San Pedro.
La mentalidad de ellos siempre fue que yo estudiara, que me graduara, pero usted sabe que a veces uno es necio, yo creo que esto del fútbol uno ya lo trae en la sangre y a veces mis hermanos se molestaban porque a mí me daban mucha libertad, pero mi mamá siempre les contestaba que yo era atrevido y me valía irme a jugar sin permiso, sabiendo que cuando regresara a casa me iban a castigar.
¿Recuerda su debut en primera?
Sí, fue en 2009, en el Morazán ante Real Juventud, fue una bonita anécdota; recuerdo que estaba el profe Keosseián, Aníbal Arbeloa era su asistente, ese día en el primer equipo solo había 10 jugadores, en eso me dijo el profe Arbeloa: ‘Andate para allá donde están los del primer equipo’, me extrañó porque todos eran jugadores experimentados y de buena talla, yo apenas tenía 17 años, un poco asustado me uní al grupo y en eso Keosseián me pregunta: ‘¿Y vos qué hacés aquí?’. Entonces yo nervioso le respondí que el profe me había mandado, en eso él gritó: ‘Aníbal, como ya lo mandaste lo tendré que meter a jugar’, luego me dijo que había sido en broma, así fue mi debut.
¿Qué siente que le hace falta en su carrera?
Siento que me hace falta dar ese último paso, ser constante en el equipo, en la Selección y salir al extranjero, pues es algo que todo jugador anhela, espero que pronto se dé.
El año anterior se manejó esa opción, pero al final no se dio por cosas administrativas, no pierdo la fe de salir al extranjero esta temporada.
¿A dónde le gustaría salir a jugar?
Todo jugador anhela ir a Europa, pero vamos paso a paso, primero hay que caminar antes de correr, me gustaría en la MLS.
¿Lo más difícil que a usted le ha pasado profesionalmente?
Cuando estábamos peleando el descenso, trabajamos duro, pero no sumábamos, nuestra agonía se prolongó hasta las últimas fechas donde pudimos salvar la categoría.
Fue dura esa etapa vivida por el no descenso…
Fue durísima la verdad, un día salió una entrevista del “Pescado” Bonilla llorando porque las cosas no nos estaban saliendo bien, eso me conmovió tanto que yo también lloré, así vivíamos todos esos momentos, era un dolor tremendo.
Es bien exigente, es perfeccionista, le gusta que uno capte bien su idea y que hagamos las cosas como tenemos que hacerlas.
¿Marathón está para ser protagonista en este torneo?
Vamos paso a paso, caímos en un bache, pero hemos logrado levantarnos; el triunfo ante Juticalpa nos ha dado confianza, sentimos que nos hemos reivindicado con la afición y con la junta directiva.
¿Cómo es un día normal para usted?
Estoy en la casa con mi hija cuidándola, estoy pendiente de ella, cuando me toca entrenar me vengo para San Pedro, pero si estoy de libre salimos a pasear. El nacimiento de mi hija me cambió la vida, un hijo se quiere, se ama y se cuida, ella es mi mayor motivación.
¿Le ha tocado desvelo?
Los primeros días son difíciles, mis compañeros me molestaban, decían que ya sabría lo bueno, ellos tenían razón, me ha tocado a medianoche levantarme a hacer pepes y cambiar pañales, esa es una fase bonita de ser padre.
Una anécdota.
Una vez le hicimos una broma a Maní Suazo, le tiramos un pichete cuando estaba comiendo y se enojó conmigo, a mí me echó la culpa.
El Salto de Jenny Fernández: