Su mente está centrada en demostrar en su tierra que él es un depredador nato, pero es imposible que no mire de reojo a Motagua y Honduras. Claro, el pasado vestido de azul y de potro y el que su pareja sea catracha hacen que Honduras sea muy especial para Agustín Auzmendi.
Hace unos meses levantó la 19 con Motagua siendo determinante a punta de goles y hoy busca afianzarse en Argentina con Godoy Cruz. “Es algo que soñé siempre desde chiquito, que sueña cualquier argentino, que es jugar en la primera de su país”, dice el Pistolero, quien solo ha jugado dos partidos con el Tomba y aguarda con ansias por estrenarse en las redes de su patria.
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En una mano a mano con DIEZ, el delantero revela lo mal que la pasó cuando no le marcaba a Olimpia, confiesa si le gustaría nacionalizarse para jugar con la Selección de Honduras y habla del escupitajo de su hermano Rodrigo Auzmendi...
ENTREVISTA CON AGUSTÍN AUZMENDI:
Mucho gusto en saludarte, Agustín. ¿Cómo marcha tu situación en Argentina?
Bien, la verdad que muy bien. Estoy contento. No me ha tocado jugar mucho, pero es también una adaptación. Es algo totalmente nuevo y estoy con muchas ganas de jugar y de poder mostrarme, pero sabiendo que esto es largo y que hay que ganárselo día a día.
Ese periodo de adaptación de repente lo tienes que llevar, pese a que naciste en Argentina...
Sí, fue más que nada la primera semana. Desde que llegué me costó un poquito la primera semana en cuanto al ritmo, después ya me adapté rebien, ya me tocó hacer fútbol. Me tocó que me vaya muy bien, pero después a las dos fechas que fui convocado se fue el técnico que me había traído; vino un entrenador nuevo y es cuestión de ganarse la confianza del estratega.
Esto es un sueño que tú tenías. ¿Cómo lo has disfrutado?
Sí, claro, sí, el primer día que me tocó debutar contra Vélez fue un sueño, una alegría muy grande porque es algo que soñé siempre desde chiquito, que sueña cualquier argentino, que es jugar en la primera división de su país. Fue un sueño cumplido el llegar a este club; es un equipo muy lindo, muy humilde como para trabajar, tiene unas instalaciones hermosas.
Estoy muy cómodo, pero obviamente el futbolista siempre quiere jugar y es cuestión de que solamente falta que llegue el jugar un poco más, el poder mostrarme un poco más y ya todo estaría bien encaminado.

Cuando vas a debutar y a cumplir ese sueño de niño, ¿qué sientes en esos segundos?
La verdad que fue bastante movilizante todo el día del partido. Desde la concentración, la ida al estadio, la llegada. Tenía mucha ansiedad, muchas ganas de estar, de entrar, de debutar. En la entrada en calor ya estaba listo, ya tenía la camiseta y las canilleras puestas. Creo que fue faltando 15 minutos o 20 minutos que me llamó el entrenador y fui corriendo porque parecía que era un nene con 28 años cumpliendo el sueño.
¿Y cómo te imaginas cuando caiga el primer gol?
Es más, me ha tocado soñarlo muchas veces. Cuando me acuesto desde que vine acá, sueño con hacer un gol en un partido. Son cuestiones que creo que le pasan a todos los futbolistas, porque de lo contrario no podríamos vivir de esto, de las ganas de estar, de cumplir sueños, de generar cosas nuevas.
Me pasó estando en Motagua y en Olancho, que cuando se acercan partidos importantes, uno sueña con que le vaya bien. Y por ahí le toca... A mí me pasa mucho de estar acostado, de estar por dormirme y de imaginarme jugadas todo el tiempo.
Y tú eres del tipo de persona que eres muy emocional. ¿Cómo balanceas esto?
Sí, soy bastante emocional, por ahí a veces me juega malas pasadas ser así porque también soy muy calentón, como decimos acá en Argentina, me enojo mucho cuando las cosas no salen, o no sé, lo mismo en un entrenamiento me pasa de enojarme cuando las cosas no salen o me pasaba por ahí cuando estábamos en Motagua y hacíamos fútbol y las cosas no salían, me me iba muy enojado a la casa.
Vivo el fútbol de esa manera, soy muy emocional en cuanto al tema del fútbol, todo el tiempo. Me acuesto y sueño que me pasa que voy a soñar con una jugada; me ha pasado de soñar cosas y que después se cumplan, o sea, son cosas muy locas. La última que me pasó fue que en uno de los últimos partidos que yo jugué con Motagua, contra Olancho en Danlí.

¿Qué te pasó en ese partido?
Estábamos con Johnny (Rougier) en la concentración y no sé si yo ya estaba dormido o no en la noche anterior, pero soñé la jugada del penal que me hacen y cómo lo pateaba y lo hacía. Después le conté a Johnny. Y me pasa muchas veces por ahí de soñar esas cosas, o no sé si las sueño o las imagino, y que a veces pasen.
El fútbol de Honduras ha tenido algunos futbolistas que se fueron a jugar a la primera de Argentina y solo a Bennett le fue bien. ¿Cuál es el gran diferencia que has visto entre una liga y otra?
Yo creo que la gran diferencia dentro de la cancha es el ritmo. El ritmo es muy intenso, muy rápido. A mí cuando me tocó jugar en Colombia también, era el ritmo más que nada. Y eso que en el fútbol colombiano son muy técnicos y muy habilidosos, pero tampoco le llega al ritmo del fútbol argentino. Es un ritmo muy alto, todo el tiempo es muy profesional.
Estás todo el tiempo midiendo los metros que hacés a alta intensidad con el tema de los GPS. Por ejemplo: llegamos a la mañana al entrenamiento y desayunamos ahí, tenés para hacer recuperación, sauna, un gimnasio de primer nivel, cuatro fisioterapeutas a la orden por si ocupás algo, dos médicos. Después del entrenamiento, almorzás ahí y volvés a tu casa solo a descansar. Son cosas que por ahí no se viven en todos lados.
¿Cuesta mucho adaptarse a eso cuando vienes de un fútbol como el de Honduras?
No sé bien si es que cuesta porque en el fútbol hondureño también tenés jugadores muy habilidosos, rápidos, técnicos y fuertes. Los defensores sobre todo que me han tocado son muy fuertes. Por ahí en la velocidad de los pases y los controles, pero también hay cosas que uno no puede mejorar si vos vas a una cancha que no está en condiciones para hacer ese tipo de juego.
Hoy por hoy acá en la Argentina las canchas generalmente están todas en buenas condiciones y lo que me pone contento al querer tanto a Honduras es que los estadios nuevos que se están haciendo van a subirle muchísimo el nivel a la liga.
¿Qué es lo que más extrañas de Honduras cuando te levantas y de repente tienes un día libre?
Lo primero, compartir con Rodri, con quien generalmente estábamos todos los días juntos, con mis compañeros. Yo jodía demasiado, era muy chabacán en el vestuario. Llegaba y me ponía a molestar a todos.
Son cosas que se extrañan mucho. El club se extraña muchísimo también. Más allá de como te dije, acá tenemos todo. Uno le agarra un cariño muy especial no solo a Motagua obviamente, sino que a Honduras en sí.
Háblame un poco acerca de porqué nunca se habló a profundidad sobre cómo se dio tu traspaso. ¿Cuál fue la reacción de la gente de Motagua?
Fueron horas muy movilizantes para mí. A principios de año cuando creo que ni siquiera había empezado el torneo, había salido una opción del Atlético Bucaramanga de Colombia, que después no se terminó dando. Pero sí me habían mandado la propuesta, el contrato y demás.
Después salió algo de Israel, pero ya en ese momento nos habíamos enterado con Ceci (su novia Cecilia García) que ella estaba embarazada e íbamos a ser padres, entonces dije, ‘Israel no’. Y lo único que le dije a mi representante fue, ‘o es Primera División de Argentina o es Honduras’, porque obviamente con la llegada del bebé cambia todo.
Yo tengo mi familia acá, Ceci tiene la de ella en Honduras y necesitamos compañía, no podemos afrontar todo eso solos. Yo ya me daba por hecho que me quedaba en Motagua. El día que me entero estábamos concentrando para jugar contra Marathón y me llamó mi representante y me dijo que estaba esta opción, que ya el club se había comunicado y estában muy interesados, que no teníamos tiempo porque estábamos a final del cierre del libro de pases. Fue de un día para otro
Y hablaste con la gente de Motagua...
Hablé con Pato y Diego, lo llamé a Rodri, hablé con Johny. Fue una hora muy agitada y tuvimos que resolver todo en cuestión de minutos. Me confirmaron que la oferta era formal y que sí estaba la oportunidad y que todos los números cerraban y que obviamente lo que tenía que pasar era que esté la cláusula de Motagua.
A todos los clubes que me habían llamado y ofrecían la mitad de la cláusula o menos de la mitad, yo decía, ‘no, acá para irme hay que poner la cláusula’. Fue también una especie de reconocimiento para el club, el que yo le diga a los clubes que me llamaban que tenían que pagar la cláusula. Cuando pasó todo esto que estaba la cláusula, el salario y todo, me comuniqué con la directiva y ya después resolvieron todo con mis representantes.

¿Fue como un sabor agricule marcharte de Motagua?
Sí, sin duda. Yo le decía eso a Cecilia: ‘Es algo que esperé toda mi vida, un sueño que esperé cumplir toda mi vida y sin embargo no siento que esté saltando en una pata’. Sentía esa tristeza de dejar algo que obviamente quiero mucho, que es el club, que es Honduras, porque fueron dos años y medio, un año en Olancho y un año en Motagua.
Pero el año y medio en Motagua fue demasiado porque pasaron muchas cosas. Lo terminé excelente, pero en el medio hubo muchas cosas a las que uno se tuvo que sobreponer, que uno tuvo que pasar, que obviamente la pasé muy mal. Después de todo llegó la recompensa.
Cuando las cosas iban mal, decía ‘uy, la puta madre, me voy, me voy, qué voy a hacer, ya está, las cosas no se me dan, me tengo que ir’. Y ahora que se dieron era como que: ‘¿Justo ahora me voy?’. Fueron como sensaciones encontradas.
Te costó mucho anotarle a la Olimpia. Cuando anotaste en la final, ¿sentiste que te liberaste?
Sí, sí. Si bien todo el mundo o la gran mayoría me criticaba por no poder marcarle a un solo equipo, habiéndole marcado a casi todos los rivales con los que me tocó jugar con la camiseta de Motagua, era algo que, si bien no influía al 100 por ciento en mí porque yo decía ‘si no le marqué fue por cosas del destino o de lo que sea’, dolían, dolían.
Lo hacían dudar a uno y decir ‘por qué y por qué’. Cuando pasó más que nada lo del penal en el último minuto, eso fue horrible, la verdad fue feísimo.Tuve días encerrado en mi casa, no quería ni siquiera ir a entrenar, la pasé mal. Cada vez que me tocaba hacer un gol, recibía muchísimos mensajes, ‘ah, ahora hace gol y con Olimpia no’, y fue muy duro, pero el día de la final fue un descargo muy grande.
Un gol especial sin duda...
Más que nada porque fue en una final. Encima que para ese partido me habían puesto suero, había estado mal, con fiebre, había estado descompuesto. Haber hecho el gol, con toda la carga que tenía encima, fue algo muy liberador
¿Y pasas pendiente de Motagua?
Sí, creo que he visto todos los partidos desde que me vine. Ha tenido pasajes que juega muy bien y otros donde le cuesta un poco más, pero creo que va por buen camino. Hablo con Rodri, con los chicos, todavía estoy en el grupo que teníamos con Droopy, Johny, Sebastián, el Pana.
El otro día al Pana lo expulsaron sin hacer nada y le dan dos fechas. Son cosas que no están buenas que pasen, debería ser para todos iguales porque creo que el fútbol es más justo, más allá de que yo tenga una simpatía por Motagua y que quiero que sea campeón. Rodri estuvo bien expulsado porque lo que hizo no estuvo bien, pero después está lo del Pana que estuvo mal expulsado. Por ahí a otro le reducen la sanción y a los de Motagua no.
A propósito del escupitajo de Rodrigo, ¿lo viste y hablaste con él sobre ello?
Sí. Yo, cuando estaba viendo el partido y pasó eso, le dije a Cecilia, ‘no, lo van a sancionar’. Después hablé con Rodri y obviamente estaba súper arrepentido, pero nunca lo tendría que haber hecho. Fue un momento de calentura; Rodri es más calentón que yo y por ahí uno no mide, no se da cuenta en el partido. Después, cuando se pone a pensar, dice, ‘la cagué, hice una boludez’. Lo bueno es que él lo entienda, se arrepienta, sepa que lo que hizo estuvo mal y que no vuelva a suceder.

Tendrás un hijo básicamente mitad hondureño y mitad argentino. ¿Has considerado la posibilidad de vestir la camisa de Honduras?
Honduras es un país que me ha tratado muy bien, soy un agradecido porque si hoy estoy acá es por Honduras: por Olancho, por Motagua, por cómo me ha ido allá. La verdad que sí, me gustaría, obviamente siempre respetando a todos los jugadores que están ahí y se lo han ganado.
Si en algún momento se da la posibilidad, sí me gustaría. Pelearía como un hondureño más, como será mi hijo o hija. Honduras me dio literalmente una familia, entonces es algo que valoro mucho.